Nuestro apetito está regulado por una área del hipotálamo (localizado en el SNC; Sistema Nervioso Central) el cual guarda en la memoria el gusto por alimentos que nos producen cierto placer. El apetito es entonces el deseo de ingerir ciertos alimentos específicos, dependientes de lugar en donde se encuentre la persona, su cultura alimenticia, sus gustos (generalmente es un antojo o preferencia por alimentos muy dulces, salados, ricos en grasas, ácidos, etc.) y la diferencia entre apetito y hambre es que el hambre es una respuesta fisiológica del organismo que tiene que ver con la necesidad de ingerir el alimento por diversos factores como los movimientos de algunos músculos del tubo digestivo, la secreción de jugos gástricos que son el resultado del ayuno o la necesidad del cuerpo de recibir energía proveniente de la dieta (alimentos).
Un menú (elección de alimentos que una persona habitualmente ingiere, P. Cevera Ral y L. Padro M.) son el reflejo del grupo sociocultural al que un individuo pertenece, las tradiciones culinarias y la riqueza de la región, así como los fenómenos de la comercialización y mercadotecnia alimentaria van ligados a la forma en la que comemos. Entender entonces que lo que nos hace ingerir alimentos que nos producen placer o que aletargan y exacerban ciertas emociones tiene su relación con nuestro entorno. Una vez escuche a un Psicólogo mencionar una idea muy lógica de los atracones que a veces nos damos.
En la infancia cuando no puede tu madre hacerte ingerir los vegetales o la carne, se hace uso de recursos tales como “mi amor si te comes pronto estas calabazas te voy a llevar al parque, te voy a comprar un pastelillo, le voy a decir a tu papi que te castigue, te voy a dar 10 pesitos. . . . . etc. Entonces se está condicionando la ingesta básica a un premio o castigo, pero cuando ese chamaco creció y su vida se complico bueno inconscientemente busca llevarse un bocado en sus momentos de mayor apremio, de mayor estrés, de mayor exaltación y porque. . . en su memoria afectiva tiene el recuerdo que comer traía una recompensa, un premio, un reconocimiento, un abrazo de mama, entonces algunas personas experimentan la calma de las emociones producidas por la vida de un adulto. Y otra conducta muy usual es también sentir repulsión a cierto alimento por que cuando fue ingerido se sucedió un episodio desagradable, entonces evitar este alimento evita un recuerdo. . .
Es importante reconocer que estos estados emocionales pasajeros nos han traído consecuencias de riesgo en nuestra salud, reeducar el paladar dejando de lado la memoria afectiva es tarea difícil pero no imposible, considerando que podemos ser personas más productivas, mas vigorosas, con una esperanza de vida más larga y menos llena de enfermedades y también ayudando a nutrir mejor nuestras emociones con mas tolerancia.